Reflexiones arquetípicas
Que una falsa noticia no te estropee el relato: el poder de las fake news
En una conversación con el coronel Ángel de Ágreda, experto en ciberseguridad, hablamos del poder de la desinformación en un entorno como el actual en el que el uso intencionado de la información se está convirtiendo en un creciente riesgo. Recientemente, en una de las sesiones de Dreamforce, el evento anual de Salesforce que se celebra en San Francisco, el presidente Obama también hablaba de este tema como uno de los grandes peligros a los que se enfrentan los jóvenes actualmente. Está claro que el concepto de las fake news, que hasta no hace mucho no era algo que consideráramos pudiera estar en nuestra agenda diaria, se ha convertido en un elemento más de nuestro día a día.
Episodios como las campañas de desinformación en las elecciones de los presidentes Trump en EE. UU. o Bolsonaro en Brasil, o la campaña del Brexit en Reino Unido, ha convertido a las fake news en algo más que una nueva palabra que añadir a nuestro vocabulario. Han demostrado que, bien orquestadas y con una inteligente estrategia detrás pueden llegar a cambiar el destino que se creía preestablecido. Solo hay que saber a quién deben llegar y cuando, y la semilla de la desinformación ya está plantada. En las recientes campañas electorales en España también ha habido espacio para las fake news, aunque no al nivel de las anteriores. También es cierto que el Ministerio de Interior desplegó un programa específico para luchar contra los ciber-bulos electorales. Con el boom de las redes sociales la inmediatez se ha convertido en el as en la manga de los estrategas políticos. Lo que antes se consideraba difamación y no se aceptaba social ni éticamente, ahora se incluye en el concepto de fake news y se acepta. En poco tiempo llegará una nueva noticia, verdadera o no, que hará olvidar la anterior.
¿Qué podemos hacer?
Como ciudadanos, tenemos que estar preparados para combatir/detectar la desinformación porque las decisiones que tomamos están basadas en esos datos. El problema es que la acumulación de información actual hace muy difícil profundizar en todos los temas debido a la gran cantidad de canales y soportes a través de los que recibimos la información. Que, además, es constante, no hay descanso. La información es la misma para un jubilado que para un millenial, para un votante de derechas o para uno de izquierdas, para un hombre o una mujer, etc., pero la realidad está demostrando que no es así. Dime qué lees y te diré qué realidad vives, podría ser el axioma de esta nueva época de intoxicación informativa. Según un estudio de Simple Lógica y la Universidad Complutense de Madrid, el 60% de los españoles cree que sabe distinguir un bulo, aunque en la práctica el 86% tiene dificultades para distinguir si una información es falsa.
Lo primero que hay que hacer es seleccionar los temas importantes y profundizar en la noticia, más allá de los titulares; comprobar su veracidad y analizar cómo se relaciona con otras noticias, analizar cómo se apoya en otras noticias para construir un relato. La clave no está en el hecho de que haya alguna noticia falsa, sino que sean capaces de construir un relato completo a base de noticias falsas, o veraces pero sesgadas e interesadas en una dirección concreta. En línea con esto, el presidente Obama en la conversación que mantuvo con el fundador de Salesforce, Marc Benioff, decía que en función del medio de comunicación que una persona lea o vea tiene una visión de la realidad completamente distinta. Lo que se está convirtiendo en un peligro ya que la información debería ser eso, información.
Y, si sabemos todo esto ¿por qué aceptamos las fake news como algo natural? La clave está en asegurar que el mensaje llega al destinatario buscado, algo muy extendido entre la comunicación política, y con éxito. Otra estrategia con buenos resultados es dirigir el discurso al votante del partido rival con contenidos falsos que le creen dudas o generen temores. Tenemos que pensar que vivimos en dos mundos simultáneamente, uno físico y otro lógico. De este último recibimos la mayoría de la información a través de una pantalla. Pero esa pantalla tiene una doble dirección y, si bien nosotros ofrecemos todos nuestros movimientos, gustos, aficiones, etc., de manera desinteresada, en la mayoría de los casos, lo que recibimos desde el otro lado de la pantalla siempre es sesgado, en base a esos datos que nosotros mismos estamos compartiendo previamente. Con lo que es muy sencillo que la información que cada persona reciba en sus redes sociales esté muy ajustada a sus intereses y a sus orientaciones políticas, sociales, económicas, etc. Todo ello sin que, en la mayoría de los casos seamos conscientes. Tan solo vemos información de nuestro interés.
Por lo tanto, es fundamental no caer en el conformismo y la comodidad. Para el coronel Gómez de Ágreda, en el equilibrio entre seguridad y libertad han perdido los dos y ha ganado la comodidad. Ha perdido la seguridad porque regalamos nuestros datos al no ser conscientes de que estamos hechos de carne y hueso, pero también de unos y ceros que cedemos alegremente. Hemos perdido libertad porque el conocimiento sobre el que construimos esa libertad está basado en información que nos llega ya sesgada, después de haber perdido nuestra seguridad a través de la pantalla.
Pero, no está todo perdido. El coronel nos hizo una recomendación final que tendremos muy en cuenta. Que salgamos de nuestra zona de confort y cuestionemos toda la información que recibimos como una verdad absoluta. De esta manera podremos verificar la información que tenemos y con ello construir nuestra libertad sobre hechos más veraces.