“Me quedo en la capital con mi familia. Nuestra arma es nuestra verdad, no tenemos miedo”. Con estas declaraciones comenzó a construirse un líder. Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, no dudó en rechazar la oferta de Estados Unidos para abandonar el país y permanecer junto a su pueblo en uno de los momentos más cruciales de su historia. A partir de aquí, con un relato honesto y construido desde la emoción, comenzó a ganar la guerra de la comunicación.
Zelenski, actor y cómico de profesión, llegó a la presidencia de Ucrania como un outsider de la política, recogiendo el descontento y hartazgo de una mayoría. Sin embargo, el destino le tenía reservada una sorpresa: convertirse en el referente moral de su pueblo tras la invasión de Putin. Además, durante esta dolorosa travesía de muerte y destrucción —que comenzó el 24 de febrero— se ha convertido en líder de comunicación política, con un estilo del que directivos y portavoces tienen mucho que aprender. ¿Cómo ha logrado Zelenski este liderazgo?
- Conecta con la audiencia: Su bagaje profesional es diferente al de otros líderes tradicionales. Sabe que la imagen importa y que se conecta con la audiencia con empatía y con palabras precisas. Esto tiene un valor doble si se hace a través de videoconferencia, sus intervenciones no duran más 18 minutos. ¿Quién sigue pensando que charlas de hora y media son efectivas? La pantalla no es una barrera para transmitir en su caso. Su campaña electoral fue eminentemente digital y su dominio de las redes sociales ha quedado patente durante la contienda.
- Sin rodeos: Zelenski ha hablado de manera muy clara ante las Naciones Unidas y en todos los parlamentos nacionales donde ha sido invitado: Japón, Alemania, Francia, Italia, España… En todos ellos ha realizado peticiones muy concretas, como a nuestro país, al que solicitó armas sin ningún tipo de eufemismo. “Dejen de hacer negocios con Rusia”, inquirió. De la misma manera, hace partícipe a la audiencia de su tragedia estableciendo símiles, como hizo aquí, en el Congreso de los Diputados, tras el bombardeo de Mariúpol, recordando el episodio de Guernica. Sus discursos no son protocolarios y en ellos se dirige a su interlocutor con apelativos que dejan clara la relación que existe entre ellos (por ejemplo, “amigo Boris”, “querido Justin”, canciller Scholz”).
- El poder de la imagen: Los atriles, las banderas, las corbatas… no son elementos que contribuyan a la cercanía de un portavoz en un contexto bélico. Bien lo sabía el líder ucraniano cuando se enfundó la camiseta verde oliva ajustada, que se ha convertido en el uniforme de sus compatriotas en la resistencia de pueblos y ciudades, lejos del frente. Zelenski no es un político más, marca la diferencia con una vestimenta que lo aproxima al campo de batalla.
- Coherencia: La valentía del líder ucraniano quedaba fuera de toda duda cuando en lo más crudo de la guerra emitía vídeos desde los edificios más representativos de Kiev, sin miedo a ser localizado y asesinado, dejando claro a los rusos que seguía ahí. En Instagram y Twitter cuenta lo que está pasando en su país. Sin intermediarios nos está ofreciendo su visión, humaniza la guerra y nos permite empatizar aún más con el conflicto a los que lo vemos a través de una pantalla. Su uso de las redes fortalece la conexión entre sus palabras y sus actos. Lo podemos ver visitando campos de refugiados, hospitales de campaña y ciudades arrasadas. Pide resistencia a su pueblo, pero no con un discurso vacío, sino con sus propias acciones.
Si te interesa la figura de este personaje, que ya es historia viva del siglo XXI, recomiendo el libro “El método Zelenski”, escrito por el periodista y consultor Julián Reyes, que puede inspirar a cualquier persona que desee mejorar sus técnicas de liderazgo y comunicación.