Reflexiones arquetípicas
Las lecciones de comunicación que nos deja el coronavirus
El comienzo de la crisis desatada por el coronavirus en China tuvo su reflejo inmediato en los medios de todo el mundo, que, con más o menos alarmismo, trasladaron a la gran audiencia global lo que estaba sucediendo en la ciudad de Wuhan: el comienzo de una tormenta que se ha llevado por delante 1.900 vidas y el MWC 2020.
Me incluyo entre los que se sorprendieron de la aparente transparencia con la que el Gobierno chino lidió con la enfermedad durante el mes de enero, reportando datos de contagiados y fallecidos con puntualidad orden. Sin embargo, las últimas informaciones que indican que el presidente Xi Jinping conoció dos semanas antes la existencia del brote y que trató de silenciarlo, nos devuelven a una realidad tristemente familiar no sólo en los regímenes totalitarios: el afán por controlar la información.
Cuando saltó la noticia pensé que el gigante comunista/capitalista, “contagiado” por la responsabilidad que se le presupone a un nuevo líder global, había afrontado esta crisis sin opacidad, con la transparencia que requiere la comunicación de riesgos. Me equivoqué. Es inherente a un dictador comunicar lo justo y menos, pero debería tener consecuencias no actuar como recomendó la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 23 de enero. En términos de comunicación, éstos eran los puntos a seguir:
- Proporcionar más información sobre las medidas de gestión de riesgos adoptadas por sus administraciones públicas, incluidos los sistemas de gestión de la crisis a nivel nacional, provincial y municipal.
- Seguir proporcionando a la OMS datos completos sobre todos los casos, entre ellos secuencias del genoma vírico y detalles sobre cualquier caso o grupo de casos de profesionales sanitarios infectados.
Tampoco la OMS ha escapado a las críticas por no declarar la emergencia sanitaria hasta el 30 de enero, pero en los procesos sí que ha dado en el clavo. Seguro que han aprendido la lección. Por el bien de todos, esperemos que en una próxima situación así triunfe la buena praxis de la comunidad científica, que ha acordado publicar en abierto y sin demora toda información relativa al nuevo coronavirus.
No sabemos qué hubiese pasado si el Gobierno de Xi Jinping hubiera actuado con más transparencia desde el principio y hacer periodismo-ficción no es el objetivo de este post. Está claro que información es poder (más que nunca en la era del Big Data) y en casos de emergencia sanitaria los datos deben fluir hacia la comunidad científica sin que nada ni nadie lo impida. La meta de la comunidad médica es evitar que el virus se propague y la de los medios, cortar de raíz las infodemias (o creación de alarmas innecesarias) que tanto daño ocasionan.