Hace unas semanas, en una comida con amigos, alguien señaló “pues a mí ella me cae bien, me gusta” en alusión a la Princesa Leonor y futura Reina de España. En ese momento pensé, ¿cómo lo sabes? Si no la conoces, solo conoces lo que su gabinete de prensa quiere que conozcas de ella. Y ahí, en ese instante, caí, la campaña de comunicación ha sido un éxito, esto es la leonormanía de la que tantos hablan.
Una campaña de comunicación tan discreta como bien ejecutada y pensada. Que parece haber reconciliado a muchos españoles, no todos, ni mucho menos, con la institución.
Entre las claves de su éxito encontramos una predilección por las imágenes, siempre super bien cuidadas y con un aire de naturalidad. La imagen que se ofrece de la Princesa es la de alguien cercana y afable que ha sido preparada para cumplir con su deber.
Una imagen que no solo contrarreste un posible rechazo inicial por parte del público, sino que además sea capaz de despertar cariño y admiración a partes iguales. Todo ello sin caer en la sobreexposición tan propia de los influencers de su generación. Al fin y al cabo, hablamos de la heredera y eso implica mesura y refinamiento.
La misma que encontramos en cómo se distribuye la información. Los primeros en acuñar el término y claim de la campaña, fueron las revistas del corazón. Después, el término comenzó a difundirse en medios generalistas y redes sociales. Un término elegido con especial cuidado y que hace alusión a lo emocional, lo positivo y lo viral, tan propio de nuestro tiempo.
Una combinación que ha funcionado muy bien en redes, donde Leonor gusta, a pesar de no tener cuentas oficiales, gracias a leales clubs de fans que se encargan de dar recorrido al fenómeno en TikTok e Instagram.
Reflejo del éxito cosechado son también las buenas cifras de audiencia que ofrecen las retransmisiones televisadas de los actos públicos de la Princesa.
El desfile del 12 de octubre de este año, en el que pudimos ver a Leonor de uniforme, consiguió el mejor dato de audiencia del desfile desde 2007, con un 48,4% de cuota de pantalla y 2,5 millones de audiencia media y cerca de 5 millones de espectadores únicos.
Mientras que la jura de la Constitución alcanzó una cuota de pantalla del 69%, una audiencia media de 2,4 millones y más de tres millones de espectadores únicos.
Todo un fenómeno o mejor dicho, campaña, que no ha hecho más que empezar.