Cuando valoramos una acción o campaña de comunicación sabemos que tan importante como el mensaje son los elementos audiovisuales que lo acompañan. En muchas ocasiones, incluso casi más que el propio mensaje, ya que puede ser la música o una imagen concreta la que quede en la memoria relacionada con esa campaña.
Un caso en el que esa asociación entre producto y canción es inseparable es el de la colonia Invictus, de Paco Rabanne, que se presentó en 2015 y sigue emitiéndose. Puede que muchos no supiéramos que el tema se llama Power, que es de Kanye West o que se lanzó cinco años antes, pero cada vez que lo escuchamos, reconocemos inmediatamente la marca. Tanto es así, que cuando tiempo después Ford lo utilizó para presentar su nueva gama de coches eléctricos algo en nuestra mente no cuadraba.
En ese poder que tiene la música para asociarse a sentimientos, momentos y emociones, reside su importancia para ayudar a recordar una marca o producto, pero también para dar más fuerza emocional al hilo argumental de la historia que se cuenta. Como pasa en el cine o en las series.
Y es que la unión entre música y cine es una simbiosis magnífica, que es capaz de sumergirnos completamente en las historias que estamos viendo. Ahora que está tan de moda ofrecer una experiencia inmersiva gracias a las nuevas tecnologías, resulta curioso pensar que probablemente una de las primeras que viviésemos fue tan sencilla como esta, dejar que la melodía nos metiera en la historia – ¿quizá con alguna de Disney?
De ahí que con simplemente oír unas notas del tema principal sepamos de qué serie o película se trata. Por ejemplo, ¿cómo impedir que nos invada la melancolía al oír Moon River de Desayuno con diamantes o evitar dar un saltito en la silla con las dos primeras notas de Tiburón? Precisamente, lo explica muy bien Jack Black en The Holiday, una película que puede ser menos conocida pero cuya música es un viaje emocional dirigido por el gran compositor Hans Zimmer.
Más allá de los musicales o de películas sobre cantantes, donde claramente la importancia del sonido cobra una dimensión especial, como explicaba el personaje de Black, hay momentos en los que la banda sonora se convierte en la protagonista. Pasa en todo un clásico como El Graduado con su reconocida Mrs. Robinson de Simon & Garfunkel o, más recientemente, en en la serie Big Little Lies, que cautivó a público y crítica por su fuerza visual, por contar con grandes interpretaciones pero también por la música que las acompaña y envuelve. O también en historias con un tono más cómico, como Guardianes de la Galaxia y sus cintas de cassette de los 80.
Y actualmente, que vivimos rodeados de novedades en todas las plataformas de streaming, la música aporta, como en la publicidad, ese valor diferencial que hace que determinada película o serie capte más la atención del público y llegue a más audiencia. De hecho, cuando acaba esa temporada que nos ha enganchado o una película que nos ha marcado tanto que nos deja como una sensación de vacío, de ganas de más, la banda sonora se convierte en la manera perfecta de poder revivirla y de que nos siga acompañando, incluso años después. Y, lo más increíble es que, después de ese tiempo, conseguirá despertar en nosotros las mismas sensaciones que el primer día, debido a la fuerte conexión que crea la música con la memoria de manera inconsciente.
Que la música tenga la capacidad de crear un recuerdo involuntariamente, pero que puede perdurar durante años: la herramienta perfecta de comunicación. Porque al fin y al cabo, en las campañas también estamos contando historias y, cuanta más fuerza puedan tener, mejor.