El arte de llamar la atención

Written by
María Astorga
Consultant

 

Hace unas semanas leí un titular que rezaba “Farala, la chica nueva en la oficina, se jubila”. Al principio no lo entendí, hasta que entonces lo vi. Ante mí el anuncio de la colonia más popular en los ochenta, Farala.

Una usuaria de Twitter había escrito un tweet rememorando el anuncio justo el día en el que la protagonista debería alcanzar la edad de jubilación. En pocas horas el tweet había logrado miles de likes y generado decenas de artículos en prensa.

La verdad es que yo no recuerdo el anuncio, era muy pequeña cuando se emitió, pero sí el mítico frasco de colonia rectangular con el tapón rosa. Que por cierto aún se vende, aunque con distinto formato. Puestos a ser sinceros diré que me gustaba más el anterior.

Sea como fuere, Farala fue todo un referente. En una España donde las mujeres estaban relegadas al ámbito doméstico mayoritariamente, Farala mostraba a una mujer enérgica, segura y profesional. Lo que acompañado de uno de los jingles más pegadizos de la historia de la televisión causó sensación.

Farala era aquello que toda chica quería ser y perfumerías Gal había conseguido meterlo en un frasco. Sin saberlo, millones de mujeres se convirtieron en embajadoras de la marca. Y no solo mujeres, la frase “tenemos chica nueva en la oficina” pasó a formar parte de la cultura popular.

Un ejemplo claro de marketing transgresor. Pero perfumerías Gal no fue ni la única ni la primera compañía en utilizar la transgresión como estrategia publicitaria para llegar al gran público.

En 1929 Edward Louis Bernays convocó a la prensa bajo el pretexto de que habría una manifestación feminista donde las mujeres encenderían la antorcha de la libertad. Cuando los periodistas llegaron al lugar indicado encontraron a actrices contratadas fumando cigarrillos Lucky Strike.  Algo insólito para la época.

En 1984 Benetton lanzó Everybody is united by the Colors of Benetton. Una de las campañas más icónicas de la marca que marcaría la línea editorial de su comunicación, siempre enfocada en mostrar más los valores que defiende la marca que el producto en sí.

Y años más tarde, en 1994, Ikea se convertiría en la primera gran empresa en incluir a una pareja homosexual en uno de sus anuncios.

Titulado Dining Room Table, el anuncio formaba parte de una campaña donde los protagonistas eran padres adoptivos, madres divorciadas, parejas solteras, etc. Todo lo contrario a lo que solía verse en la televisión estadounidense por aquel entonces.

Campañas de diferentes épocas, enfocadas a diferentes públicos, pero con un elemento en común, el arte de llamar la atención.

 

 

 

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María Astorga
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